MYRIAM PEREZ CAZABON

COREÓGRAFA | BAILARINA | DOCENTE

MYRIAM
PEREZ
CAZABON

COREÓGRAFA
BAILARINA
PROFESORA

Se ini­cia en la dan­za entre Donos­tia-San Sebas­tián e Irun. Rea­li­za sus estu­dios supe­rio­res de dan­za con­tem­porá­nea en CODARTS (Rot­ter­dam).

Ini­cia su anda­du­ra como crea­do­ra, intér­pre­te y docen­te en el ámbi­to de la dan­za en 2004, subra­yan­do su interés por cola­bo­rar con dife­ren­tes artes como la músi­ca (Mur­se­go, Elle Bel­ga, Hatxe), el tea­tro (Hika Tea­troa), el cine (Ake­la­rre film), la foto­grafía (Nago­re Lega­rre­ta, Aitzi­ber Orko­la­ga), la ins­ta­la­ción mul­ti­dis­ci­pli­nar (Larraitz Torres, Rqer-Eva Villar), la escul­tu­ra (Museo Chi­lli­da Leku), además de la dan­za (Ai Do Pro­ject, Kukai, Red Ata­lak 2.0, Node, Doos Colectivo).

Impul­sa­da por inquie­tu­des per­so­na­les y la nece­si­dad de ahon­dar en un len­gua­je coreográ­fi­co pro­pio, comien­za su tra­yec­to­ria como com­pañía en 2016, gra­cias a la sub­ven­ción del Gobier­no Vas­co y al apo­yo y la cola­bo­ra­ción de Gipuz­koa­ko Dan­tza­gu­nea y Donos­tia Kultura.

Me inte­re­sa, sobre todo, hacer de la dan­za con­tem­porá­nea una dis­ci­pli­na más cer­ca­na, y ver per­so­nas en esce­na, más que intér­pre­tes. Por eso mi insis­ten­cia en inves­ti­gar qué pasa con el bai­larín cuan­do no tie­ne que bai­lar, qué/quién se escon­de detrás de la coreo­grafía; en cui­dar las esce­nas de más quie­tud y silen­cio.”

NERI(H)ARI

NERI(H)ARI

Des­pués de varios años desa­rro­llan­do tra­ba­jos coreográ­fi­cos, Myriam Perez Caza­bon deci­de cons­ti­tuir su tra­ba­jo bajo el nom­bre NERI(H)ARI, don­de dar cabi­da a pro­yec­tos diver­sos e inter­dis­ci­pli­na­res cola­bo­ran­do con otras artes como la músi­ca, el cine, el tea­tro o la fotografía.

NERI(H)ARI ‑el espa­cio dedi­ca­do a sus crea­cio­nes per­so­na­les y a su for­ma de hacer‑, es don­de Myriam Perez Caza­bon entien­de la dan­za como refle­jo de los entre­si­jos emo­cio­na­les de las per­so­nas, el silen­cio como medio de comu­ni­ca­ción y la quie­tud como for­ma de movi­mien­to, subra­yan­do, sobre todo, la rele­van­cia de la pre­sen­cia y de la mirada.

Defi­ne su tra­ba­jo como dan­za con­tem­porá­nea níti­da, es decir, cla­ra, trans­pa­ren­te y pre­ci­sa. E inter­dis­ci­pli­nar, poten­cian­do su valor de comu­ni­ca­ción y transmisión.